Descripción
Cuando Gary Zukav asistió por primera vez a una convención sobre física cuántica, descubrió tres cosas:
1) que entendía todo lo que decían los físicos;
2) que sus debates se parecían mucho a una reflexión sobre teología,
3) que la física es una aventura extraordinariamente estimulante que es inseparable de la filosofía.
Y es que, en esencia, la física es simple: es la pregunta, asombrada, de cómo son las cosas y el divino interés en saber cómo son. La física, desnuda de su complejo lenguaje matemático, se convierte en un puro arte de encantamiento.