Descripción
Las páginas de este libro nos llevan de la mano por la ciudad de Guatemala, la cuadriculada y pequeña, rodeada de potreros y bosques de cipreses y encinos, siempre verde. En donde el toque de campanas marcaba las horas del día, invitaba a la misa y advertía a las personas de las pestes y los temblores. Los hombres llevaban sombrero y las casas eran grandes y con patio, porque allí vivían todos, hasta el loro Copérnico, testigo de los días posteriores al terremoto.