Descripción
Con casi catorce años, unos cuantos apestados sociales por amigos y el boletín de calificaciones constelado de círculos rojos, nuestro protagonista sobrevive a un instituto sólo para varones soñando a toda hora con esas vecinitas a las que nunca ha osado saludar. Decidido a contradecir al retrato embustero del niño con su afgano que preside la sala de su casa, el narrador busca la mejor fórmula para fabricar pólvora; combate a sus vecinos con un rifle de diábolos y bombas incendiarias; roba huesos en sus visitas al panteón; acaba con los nervios de dos padres querúbicos, y de paso se deja enardecer por toda suerte de antojos secretos.