Descripción
Ante una adversidad o una situación de incertidumbre, casi todos reaccionamos del mismo modo: hacemos esfuerzos por recuperar el control. Actuamos así en la creencia de que, si atamos todos los cabos sueltos, conseguiremos dominar los acontecimientos. Lo cierto, sin embargo, es que no podemos gobernar el futuro. Y cuando lo intentamos, acabamos agotados física, mental y espiritualmente.